CUANDO EL CAPRICHO DOMINA NUESTRAS VIDAS
Hay un decálogo redactado por la policía de Washington que, tras realizar estudios basados en abundante experiencia en la delincuencia juvenil, confirma que algunos de los factores más importantes para forjar a tu hijo como delincuente son: no darle ninguna educación espiritual (dejando que sean otros los que acaben manejando su conciencia), no decirle lo que hace mal, darle todo el dinero que pida o satisfacer todos sus apetitos, comodidades o placeres (dejando el sacrificio y la austeridad fuera de su alcance).
Si miramos nuestras acciones cotidianas, nos damos cuenta de hechos concretos que hacemos nada más pensando en nosotros mismos sin tener en cuenta a los demás. Desde hablar sin escuchar al otro, pedirle a nuestro padre que nos acerque a algún sitio cuando llegamos tarde, hasta abortar. Son algunos de lo
s hechos que utilizamos para satisfacer un capricho personal. Y así, poco a poco nos vamos convirtiendo en delincuentes de nuestra conciencia, esclavos de nuestro propio capricho.Por eso es importante hacernos un ver, un juzgar y un actuar, de manera que lleguemos a protagonizar nuestra vida, nuestras decisiones y nuestros hechos cotidianos y siendo así cada vez más responsables. Una responsabilidad que inevitablemente conlleva a la solidaridad con los débiles y los más indefensos de nuestra sociedad. Porque como decía Paulo Freyre; “Todo me importa”.